Si algo me gustó de ver estos premios este año fue
la escenografía y la coreografía. Aunque solo se valieron de pantallas leds,
transformaron el escenario del teatro dándole una apariencia contemporánea y
juvenil. Me pareció que ésta edición del Casandra estuvo dirigido a un público
joven por la utilización de un diseño gráfico colorido e inclinado hacia el Pop
Art. El público que colocaron en medio de la tarima estaba muy energético pero
me parece que bloqueaban la visión de los espectadores en primera fila y además
seccionaba el escenario. A pesar de ser un evento formal, una gala que
celebra el talento dominicano, fue un escenario que reflejaba una sociedad que sigue
lo urbano, lo popular y que deja de lado lo tradicional o clásico.
No me gustó que cuando hacían un performance las cámaras se movían
demasiado y a veces se perdía la coreografía o la actuación del escenario.
Además las luces no iluminaban a la persona que venía a subir al escenario o al
que estaba arriba hablando. El aclamado circo Éloize hizo una actuación que por televisión no se apreció y casi
pasó desapercibida, debieron darle un poco de protagonismo con la ayuda de
luces.
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